Células madre sin embriones

| jueves, 29 de enero de 2009

Lectores, hoy os dejo este artículo del periódico el pais, sobre la obtención de células madre a partir de células somáticas de la piel, ya adultas.



La ciencia dio ayer uno de esos saltos que marcan historia. Dos equipos científicos diferentes, con procedimientos distintos, han logrado reprogramar células de la piel humana en células madre capaces de diferenciarse en cualquier tejido del cuerpo humano. Han conseguido darle la vuelta al reloj del desarrollo biológico y convertir una célula somática ya diferenciada, en este caso una simple célula de la piel, en una célula que se comporta y actúa como si fuera embrionaria, es decir, capaz de convertirse de nuevo en célula cardiaca, ósea, neurona o de cualquier otro tipo. Con este paso, calificado de revolucionario por la comunidad científica, la medicina regenerativa se acerca más a su objetivo final: la posibilidad de crear tejidos humanos para reparar órganos dañados a partir del material genético del propio paciente, lo que evitará cualquier tipo de rechazo.

El avance supone un giro copernicano en la investigación porque permite obtener células madre sin necesidad de recurrir a las técnicas de clonación ni utilizar embriones u ovocitos. Ello permitirá además sortear los obstáculos éticos y logísticos que han llevado de cabeza a tantos científicos y, en algunos casos, les ha privado de financiación. Con este hallazgo, toda la polémica sobre el uso de embriones se disuelve como un azucarillo en el agua y podría dejar obsoleta en poco tiempo la técnica de la clonación terapéutica.

Pero vayamos por partes. Para poder crear un tejido a partir de las células madre es preciso llegar a conocer y dominar las misteriosas reglas que llevan incorporadas las células de un embrión para que, en un momento determinado del proceso de crecimiento en el útero materno, cada una de ellas vaya al lugar que le corresponde, los cardioblastos al corazón, las neuronas al cerebro, y comiencen a cumplir sus funciones, es decir, comiencen a latir en el caso de las células cardiacas, o emitir señales en el caso de las neuronales. Reproducir ese proceso fuera del útero, en laboratorio, es lo que había logrado la medicina regenerativa utilizando embriones sobrantes de los programas de fecundación asistida. Fue maravilloso en su momento comprobar cómo una masa inerte de células cultivadas comenzaba a latir sobre una placa de Petri como si fuera un corazón. Por este procedimiento se han obtenido centenares de líneas de células madre en todo el mundo, media docena de ellas en España. Pero los científicos no conocían exactamente qué mecanismos hacían posible la diferenciación celular y, por tanto, sin conocer el mecanismo ni como iniciarlo, nunca serían capaces de controlar el proceso.

Ese es el gran salto que se ha dado ahora, y además en células humanas. Dos equipos científicos, uno japonés y otro norteamericano, han logrado revertir el proceso y convertir una célula adulta en célula embrionaria pluripotencial. Los equipos de Shinya Yamanaka, de la Universidad de Kioto, en Japón, y el de James Thomson, de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos han conseguido obtener células madre, no a partir de un embrión, sino a partir de células somáticas de la piel.

El equipo de Yamanak tomó, según publica en la revista Cell, células de la piel de una mujer de 36 años y de tejido conectivo de un hombre de 69, e introdujo en su interior cuatro genes que están implicados en el proceso de diferenciación celular. Para introducir estos genes en el interior de la célula utilizó como vector un retrovirus. La acción de estos genes puso en marcha un mecanismo de reprogramación que hizo regresar la célula a una fase equivalente a la embrionaria, por eso se les ha llamado células madre inducidas. La célula ya diferenciada de la piel se convirtió así en una célula madre pluripotencial capaz de convertirse de nuevo, no ya en piel, sino en cualquiera de los otros 220 tipos de células que tiene el organismo.

Aplicando dos de esos mismos genes y otros dos distintos, el equipo de James Thomson ha logrado el mismo proceso, según explicó ayer la investigadora Junying Yu, que figura como primera firmante del trabajo publicado en revista Science. Janying Yu ha utilizado células de piel fetal y células del prepucio de un niño recién nacido. El resultado ha sido el mismo, con genes distintos, lo cual refuerza la certeza del experimento, pero también indica que en el proceso intervienen muchos más factores que aún se desconocen. Lo que hacen estos cuatro genes, según Junyuing Yu, es activar el mecanismo.

El equipo de Thomson tenía identificados 14 genes presumiblemente implicados en el proceso de diferenciación, "pero sólo cuatro fueron suficientes para iniciar el proceso", explicó ayer Yu. Yamanaka utiliza también cuatro, pero sólo dos son comunes a los usados por Yu.

Ambos equipos han conseguido pues que la célula haga el camino de ida y vuelta. Se ha encontrado una llave que abre el portal. Ahora hay que seguir subiendo la escalinata de la reprogramación para descifrar todos sus secretos.

La noticia fue unánimemente elogiada ayer en medios científicos internacionales. Todos la esperaban, pero no por ello había menos expectación. Tres de los más reputados investigadores que trabajan en células madre en España coincidieron ayer en calificar este trabajo de muy importante y un avance extraordinario. Juan Carlos Izpisúa Belmonte, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, se mostró "alegre y triste a la vez" desde el Instituto Salk de La Jolla, California, en que trabaja. Alegre, dijo, "porque sin duda es un avance muy importante" y triste, porque su equipo perseguía el mismo objetivo "aunque con una combinación de técnicas y aplicado a una enfermedad en concreto".

"Los trabajos que se han publicado son muy importantes porque confirma que se pude conseguir en humanos que una célula adulta se reconvierta en embrionaria, lo cual deja obsoleto el debate sobre la clonación terapéutica", afirma José López Barneo, director del Laboratorio de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Sevilla. "Desde que se publicó hace seis meses en Nature y en Cell Stem Cells que eso se había conseguido en animales, todos estábamos esperando la confirmación en humanos".

"Es lo que todos estábamos esperando", corroboró Carlos Simón, director del nodo valenciado del Banco Nacional de Células Madre e investigador del Instituto Valenciano de Infertilidad. "Cuando Yamanaka publicó lo que había logrado en ratones, nos quedamos todos perplejos. La confirmación en humanos es un avance muy, muy importante", dijo ayer.

La noticia era una de las más esperadas desde que hace algo menos de año y medio, en julio de 2006, Shinya Yamanaka comunicó que había logrado convertir en células madre las células de la piel de la cola de un ratón introduciendo en ella cuatro genes, los mismos que ahora ha utilizado para el experimento en humanos. El trabajo venía con el cartel implícito de "paren máquinas" porque aquello abría una nueva vía que permitía prescindir de la clonación y del uso de embriones, de modo que todos los focos apuntaron a partir de entonces hacia Kioto.

James Thomson, pionero de la investigación en células madre que tiene en su haber científico las primeras líneas de células madre humanas obtenidas a partir de embriones, hizo algo más que poner los focos: puso proa a la reprogramación. Hasta entonces la mayoría de los equipos se había centrado en el proceso de diferenciación a partir de embriones humanos u ovocitos fecundados mediante la técnica de transferencia nuclear. Pero el trabajo del equipo de Kioto demostraba que se podía hacer el camino de ida y vuelta por un atajo mucho más corto.

Pero tras el fiasco de la falsa clonación humana del corenao Hwang Woo-suk en 2005, la comunidad científica adoptó medidas de control más estrictas y ahora se exige, para dar credibilidad a un resultado, que haya sido obtenido al menos por dos equipos.

La confirmación de que el trabajo en ratones era válido llegó apenas hace seis meses, cuando un nuevo trabajo de Yamanaka y otro de Rudolf Jaenish, del Instituto White Head de EEUU, confirmaron al tiempo la reprogramación. Se demostró que aquellas células de cola de raton reconvertidas en células embrionarias, no sólo eran pluripotenciales y podían convertirse en cualquier célula humana, sino que incluso podían convertirse en células germinales. Eso significaba que si se introducía el núcleo de la célula madre inducida en un ovocito de otro ratón, daba lugar a un nuevo animal con la carga genética del que procedía la célula reconvertida. "Eso demostraba que eran realmente pluripotenciales", explica López Barneo.

El experimento era muy vistoso: se tomaron las células de la piel de un ratoncito negro y le aplicaron los cuatro genes. Una vez revertidas a la fase embrionaria, se introdujo el material genético en óvulos de ratón blanco. De estos óvulos se obtuvieron ratoncitos con la piel manchada, es decir, negra y blanca. Cruzados entre ellos, dieron lugar a nuevos ratoncitos, algunos de los cuales tenían la piel completamente negra, lo que demostraba que el material genético de aquella primera célula de la cola del ratón negro, se había transmitido por vía germinal. Este experimento sólo puede hacerse en animales y a efectos probatorios, porque en humanos está prohibido manipular las células germinales.

¿Significa todo esto que la ingeniería de tejidos está a la vuelta de la esquina? Ni mucho menos. De momento, el experimento no puede salir de la probeta porque para aplicarse a humanos deben despejarse algunas importantes incógnitas. "De entrada, averiguar qué genes exactamente intervienen en el proceso", indica Carlos Simón. "Está claro que los seis genes utilizados por los dos equipos son capaces de iniciar el proceso, pero eso indica que hay más". "Hemos de ver exactamente qué señales se activan en el proceso de reprogramación", confirmó ayer Janying Yu en una entrevista difundida por Science.

El otro gran escollo a superar es cómo introducir los genes en las células somáticas. En estos experimentos se ha utilizado un retrovirus, pero eso es impracticable en un tratamiento clínico en humanos porque las células obtenidas por este procedimiento no son seguras. En las células madre inducidas se han encontrado restos del material genético del retrovirus y uno de los genes utilizados por el equipo de Thomson es un oncogén. Usar estas células podría dar lugar a alteraciones y tumores en los tejidos obtenidos a partir de ellas.

El gran reto es ahora, según coindicen Izpisúa Belmonte y López Barneo, "encontrar un mecanismo distinto de introducir los genes". Y más allá aún, según Izpisúa "encontrar la forma de inducir la reprogramación de la célula adulta en el propio organismo humano", sin necesidad de manipularlas en el laboratorio. Ese sería el último peldaño de la escalinata.

Mientras tanto, la clonación terapéutica puede haber quedado obsoleta. Ian Wilmut, el creador de la ovejita Dolly, ya anunció anteayer que a la vista de los resulados de Yamanaka iba a abandonar los experimentos de clonación mediante transferencia nuclear que desarrolla en su laborataorio de la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido. En este punto, sin embargo, hay diferencias entre los científicos. Izpisúa Belmonte y López Barneo coinciden en que, si bien la reprogramación es más eficaz y hace mucho más fácil la obtención de células madre pluripotenciales, la clonación terapéutica sigue siendo una técnica útil para la investigación y de hecho, es gracias a ella que se ha llegado a este feliz punto.

Pero en el fututo, Carlos Simón tiene claro que poco a poco la clonación se irá dejando de lado para concentrar los esfuerzos en la reprogramación. Lo que sí deja obsoleta es la polémica sobre si es ético o no usar embriones humanos. "Toda la disputa que tanto ha entorpecido la ciencia, unos por tratar de frenarla y otros por acelerarla en exceso, ha sido esteril. Una vez más la ciencia ha puesto las cosas en su lugar", insistía ayer López Barneo. Hace apenas unas semanas se planteaba este grave problema en una mesa sobre bioética en el Congreso Nacional de Epidemiología celebrado en Córdoba: "Si la medicina regenerativa logra algún día producir tejidos humanos para reparar órganos dañados ¿de dónde saldrán tantos óvulos como se van a necesitar, si se precisa al menos uno por cada paciente a tratar? ¿Acaso las mujeres tendrían que cargar la enorme responsabilidad de facilitar con sus cuerpos el tratamiento a sus congéneres?

Otra preocupación esteril que ayer se esfumó y que muestra la vertiginosa aceleración del conocimiento científico.

Volver a nacer

| domingo, 25 de enero de 2009

Queridos lectores, les anuncio que he publicado mi primer e-book, titulado "volver a nacer".

Pueden adquirir gratis el e-book, aquí, espero que alguien lo descarge, y lo disfrute, tan solo lleva 5 minitos el leerlo.

Sinopsis del e-book:

Breve carta de amor desesperada, en la que el protagonista desvela el amor que siente por una mujer, que desafortunadamente para él, está con otra persona.

Enfermedades hepáticas - Ana Luisa Pombo

| jueves, 8 de enero de 2009


Queridos lectores, os dejo esta entrada de Ana Luisa Pombo del programa "los decanos" de la cadena cope.




Afortunadamente, las enfermedades del hígado ya no son lo que eran gracias al trabajo de los especialistas e investigadores. Incluso la temida hepatitis que aparece por primera vez en la momia de un niño coreano de hace 500 años y que diezmó el ejército alemán ya que solo en el frente ruso hubo más de un millón de afectados de los que solo se morían 2 de cada 100, pero que los mantenía tanto tiempo recuperándose que el ejército quedó hecho unos zorros, ahora es casi una nimiedad que los profesionales tratan sin grandes problemas. Otras enfermedades como la cirrosis, los abscesos hepáticos, que según Hipócrates había que abrirlos cauterizando con un hierro al rojo o la ictericia, por ejemplo, se conocen desde la antigüedad y los egipcios tenían incluso los médicos especialistas en enfermedades invisibles entre las que estaban las hepáticas y que según el papiro de Ebers, se diagnosticaban y trataban de forma curiosa.


Dice el papiro que “cuando un hombre tiene obstrucción del estómago y el vientre caliente, dirás que padece afección del hígado. Entonces mandarás un remedio secreto hecho con la planta paserit y nuez de dátil aplastadas y mezcladas con agua. El hombre deberá beber esa mezcla 4 mañanas seguidas hasta que se le vacíe el vientre. Si después el vientre está ya frío en su totalidad dirás que el hígado se ha abierto y ha admitido el remedio”. Según cuentan los expertos, los antiguos, por su manera de comer y beber, debieron sufrir casi todas las enfermedades del hígado y no es de extrañar, porque por ejemplo los egipcios llegaron a beber hasta 5 litros de cerveza al día, y los antiguos romanos se pimplaban hasta 5 de vino. Menos mal que les afectaba menos que ahora porque contenían alcohol por fermentación y no por destilación. Eso sí, las borracheras eran antológicas hasta el punto de que la primera corona vegetal que hicieron los romanos estaba hecha con mirto, salvia y pino y no para laurear a alguien sino para combatir la resaca y Calígula se cogía tales cogorzas que, en plena merluza, se llegó a proclamar emperador hasta 7 veces seguidas. Eso sí, las disculpas para empinar el codo sin que remuerda la conciencia son múltiples incluyendo las virtudes terapéuticas. Hipócrates recomendaba vino contra la congoja y los horrores. Los gladiadores lo consumían a lo bestia como euforizante; Platón le llamó “leche de los viejos” porque se utilizaba para estabilizar a los mayores que sufrían mareos. Luis XIV ahogaba su cirrosis en Burdeos; hasta 1940 el vino se utilizaba como emplasto y remedio para las enfermedades de la piel; hasta no hace mucho en las zonas rurales las mujeres le daban a los bebés pan untado en vino para que les afectase menos el destete y en los Ancares los enfermos de pulmonía se curaban a golpe de vino hervido con grasa de cerdo, romero, hierba luisa y laurel. Vaya que hay disculpas de todos los colores, aunque lo mejor para la salud en general y el hígado en particular, es tomárselo con moderación porque como dice un anónimo del siglo XVII, el primer vaso pertenece a la sed, el segundo a la alegría, el tercero al deleite y el cuarto lleva a la locura.

Clonación terapeutica

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Buenos días lectores, hoy les traigo al blog un tema que hemos tratado esta mañana en clase de biología, la clonación y en especial la clonación terapeútica.



El objetivo de la clonación terapeútica, es curar ciertas enfermedades que de otra forma no podrían curarse y que en muchos casos implicarían la muerte de la persona enferma.

La principales investigaciones en CLONACIÓN TERAPÉUTICA HUMANA van dirigidas a conseguir tejidos para trasplante a personas adultas, MEDICINA REPARADORA, obviando el riesgo de rechazo.

La clonación terapéutica implica la destrucción posterior del embrión clonado del que se han extraído las células de la Masa Celular Interna, fuente de los tejidos para transplante.

Vamos a poner un ejemplo para entender mejor esta posible aplicación de la clonación terapéutica. El caso que sigue es todavía ciencia-ficción. Las posibilidades terapéuticas que se exponen se basan en especulaciones, pues hoy día se está muy lejos todavía del objetivo que presenta este caso.

Paciente de 50 años, bebedor habitual de 70 gr de alcohol al día desde los 20 años. Presenta insuficiencia hepática grave, secundaria a una cirrosis alcohólica de larga evolución. El paciente precisa de un trasplante hepático urgente. No existen donantes, o los que existen no son compatibles. Aquí entra en juego la aplicación de la clonación terapéutica.

Al paciente se le aísla cualquier célula somática de su cuerpo, por ejemplo de la piel. Siguiendo la técnica de la oveja Dolly, introducimos el núcleo de la célula de la piel en un óvulo al que previamente le hemos extraído su núcleo. Se estimula el óvulo con el núcleo transferido, y observamos que comienza la división celular de ese embrión clonado. Ese embrión contiene la información genética del individuo cirrótico (puesto que tiene el núcleo de la célula de la piel del cirrótico), es un clon del individuo cirrótico. Dejamos que el embrión se desarrolle hasta la fase de blastocisto. A continuación extraemos de la Masa Celular Interna de ese embrión la célula madre encargada de generar el futuro hígado de ese individuo todavía en fase embrionaria. Cultivamos esas células y obtenemos células hepáticas inmaduras (hepatoblastos), obteniendo en el laboratorio tejido hepático amorfo. Ese tejido lo trasladamos al hígado del enfermo, que al ponerse en contacto con tejido conjuntivo (matriz colágena que hace las veces de andamio donde se sustentan y adquieren su forma los distintos órganos), empieza a crecer de forma ordenada, restituyendo el hígado dañado. No existe posibilidad de rechazo, porque ese hígado es genéticamente idéntico al hígado del enfermo.

Efectivamente, los posibles beneficios terapéuticos que pueden derivarse de la clonación terapéutica parecen esperanzadores. Sólo una cosa se interpone: la clonación terapéutica implica la destrucción posterior del embrión clonado del que se han extraído las células de la Masa Celular Interna, fuente de los tejidos para transplante. Ello suscita graves implicaciones éticas, que han provocado recelo en una parte importante de la comunidad científica y las instituciones. El debate está abierto.

Queridos lectores, me gustaría que recapacitarais sobre este tema y penseis y evalueis todos los pros y contras que tendría esta técnica, y saqueis vuestra propia opinión para que no os dejeis engañar por medios externos.


Presión y tensión arterial

| miércoles, 7 de enero de 2009

Como prometí en la entrada: cuida tu salud de "los excesos navideños", esta entrada la dedico a hablar sobre la tensión y presión arterial.


¿Qué es?

Aunque habitualmente se usan como sinónimos, la presión y tensión arterial no son lo mismo.

La presión arterial, es la presión ejercida por la sangre sobre las paredes de las arterias, mientras que la tensión arterial es la forma en que las arterias reaccionan a esta presión, lo cual logran gracias a la elasticidad de sus paredes.

La relación entre ambas se puede expresar mediante la ley de Laplace
P=\frac{T}{r}
(donde T es la tensión, P es la presión y r el radio de un vaso sanguíneo.)
¿Como se mide?
Para medir la tensión arterial se tienen en cuenta dos valores: el punto alto o máximo, en el que el corazón se contrae para vaciar su sangre en la circulación, llamado sístole; y el punto bajo o mínimo, en el que el corazón se relaja para llenarse con la sangre que regresa de la circulación, llamado diástole.

Presión arterial sistólica:
corresponde al valor máximo de la tensión arterial en sístole
cuando el corazón se contrae. Se refiere al efecto de presión que ejerce la sangre eyectada del corazón sobre la pared de los vasos.

Presión arterial diastólica:
corresponde al valor mínimo de la tensión arterial cuando el corazón está en diástole o entre latidos cardíacos. Depende fundamentalmente de la resistencia vascular periférica. Se refiere al efecto de distensibilidad de la pared de las arterias, es decir el efecto de presión que ejerce la sangre sobre la pared del vaso.

La presión de pulso es la diferencia entre la presión sistólica y la diastólica.

La presión se mide en milímetros (mm) de mercurio con la ayuda de un instrumento denominado esfigmomanómetro.
Consta de un manguito de goma inflable conectado a un dispositivo que detecta la presión con un marcador. Con el manguito se rodea el brazo izquierdo y se insufla apretando una pera de goma conectada a éste por un tubo. Mientras el médico realiza la exploración, ausculta con un estetoscopio aplicado sobre una arteria en el antebrazo.

¿Cuáles son las medidas normales?
En las personas sanas la tensión arterial varía desde 80/45 en lactantes, a unos 120/80 a los 30 años, y hasta 140/85 a los 40 o más. Este aumento se produce cuando las arterias pierden su elasticidad que, en las personas jóvenes, absorbe el impulso de las contracciones cardiacas. La tensión arterial varía entre las personas, y en un mismo individuo, en momentos diferentes. Suele ser más elevada en los hombres que en las mujeres y los niños; es menor durante el sueño y está influida por una gran variedad de factores.
Muchas personas sanas tienen una presión sistólica habitual de 95 a 115 que no está asociada con síntomas o enfermedad. La tensión arterial elevada sin motivos aparentes, o hipertensión, se considera una causa que contribuye a la arteriosclerosis. Las toxinas generadas dentro del organismo provocan una hipertensión extrema en diversas enfermedades. La presión baja de forma anormal, o hipotensión, se observa en enfermedades infecciosas y debilitantes, hemorragia y colapso. Una presión sistólica inferior a 80 se suele asociar con un estado de shock.